¿Quién dijo que no se puede viajar en el tiempo? Hoy van a leer una historia que empieza hace un par de horas, sigue hoy a la mañana, continua hace 19 años, y vuelve bruscamente al 2008 para rematarse. El silbatazo inicial se da unos cientos de minutos atrás, cuando baje de mi oficina a comprar mi cena (light), como todos los días, al bar de todos los días. Mientras esperaba hacía de cuenta que leía el diario, pero en realidad me atrapaba el partido de Boca contra Fluminense, como a la gran cantidad de gente que estaba en ese lugar. En un instante clave no lo pude soportar mas y dejé el matutino en un costado, me convertí en un macaco mas, la alegría no es solo brasilera. Ahí precisamente, se vino a mi cabeza lo que había pasado a la mañana.
Un nuevo día de copa Libertadores estaba empezando. Juega Boca en Brasil por semifinales y, como cada día que esto pasa, me levanto con un malestar estomacal, mental y testicular (los huevos inflamados). Mi señora madre, que conoce perfectamente la razón de mi cara de culo que esta por despedir 16 litros de diarrea, de todas formas pregunta. Luego de saber sigue indagando (¿vieron que las madres cuando se acercan al medio siglo es como que tienen una segundad “edad de los porque”?): “¿Y por que los odias tanto?”
No es la primera vez que me hace esta pregunta, de hecho, me la hace bastante seguido y nunca se la puedo responder. No es que no haya respuesta, sino todo lo contrario. La respuesta es tan amplia que no se puede dar así nomás, necesitaría un aula magna y varias decenas de horas cátedra para explicar la situación. Desayunando y a pocos minutos de perder el colectivo, tratar de explicarle eso era mas dificultoso que intentar de que entienda la ley del off side mientras pasan el telebeam. Pero no me quería quedar callado, así que recurrí a una anécdota que databa de hacía exactamente 7 días.
“Mira mamá, el miércoles pasado a las doce de la noche, bajaba en el ascensor desde el quinto piso hasta la planta baja del edificio en donde trabajo, como todos los días. En el tercero se abre la puerta y sube una señora extremadamente petisa, extremadamente gorda, extremadamente canosa, extremadamente fea y extremadamente desagradable. Un balde colgando del antebrazo y una franela en la mano decoraban la situación. Al verla, asiento con la cabeza emulando una persona amable y escucho la siguiente sucesión de letras: ‘buena nochess, ¿no sabé como salió boca?’. Después me dijo mas cosas pero ya no le presté atención. Ojala limpie muchos muebles durante lo que resta del año así, con suerte, para las fiestas ahorra lo suficiente para comprar arroz para 2 personas. Pero en fin, querida madre, ¿es necesario que te explique él porque?”, le di las últimas 2 pitadas a mi café y me fui a la facu.
¿Ustedes, amados lectores, también requieren una explicación? OK. Me enerva que sean tan básicos y conformistas. Me da asco el barrio en el que moran. Me hace girar el moño a 500 km/h que piensen que son envidiados tan solo por 10 años de ganar cosas cuando hace mas de 100 que se juega al fútbol y siempre fueron todo lo anterior pero sin logros. Allá por el año 1987 no existían para nada y, así y todo, mis 3 primeros intentos de comunicación fueron “mamá”, “papá” y “boca caca”. “Ya esta tu comida, pibe”, me dice el chico del otro lado de la barra y me despabila mientras el “pochi” Chavez transporta la pelota en mitad de cancha. Me dispongo a pagar y mientras espero el vuelto... ¡GOL! ¡GOOOOL! ¡GOOOOOOOOL! ¡¡¡VAMOS FLUMINENSE CARAJO, GOL!!!
Nunca en mi vida tuve tan poco miedo de morir. Varios me miraron mal y uno osó mas, me insultó. Fue entonces cuando con una sonrisa de oreja a oreja y ambas manos en la zona genital repetí en varias oportunidades: “¿Querés la copa? ¡¡¡Acá está la copa!!!”. A la cuarta vez me invitó a pelear y acepte gustoso, repitiendo la mágica frase, pero esta vez, con una sola mano en la zona baja, y la otra apuntando hacia la vereda.
Una vez afuera, la fuerza de seguridad no se hizo esperar. Bah... en realidad... ni fuerza ni seguridad. Apareció un hombre vestido de azul muy parecido al Jefe Gorgory de los Simpsons, pero más gordo, menos gracioso, mas negro, menos tierno y más hijo de puta. O sea, nada que ver con el capo de Gorgory. ¡Y encima era bostero! Me increpó de mala manera intentando golpearme pero lo evadí. Me tranquilice un poco y le dije muy seriamente: “Oficial, ¿quiere la copa? ¡¡¡Acá está la copa!!! Sooooy Fluminense... es un sentimiento... no puedo paraaaar.”
Una vez en la comisaría pude ver el resumen del partido en los noticieros de trasnoche, pero eso no importa. Este posteo tiene el único fin de pedirles recomendaciones acerca de lugares a donde comprar comida, ya que a ese bar no voy a poder volver nunca, debido a que todos los mozos y empleados de cocina (típico de servidumbre) son fanáticos xeneizes y deben tener muchas ganas de, en el mejor de los casos, escupirme la comida. Espero que puedan ayudarme.
Me despido de todos ustedes con un mensaje informativo, el cual espero que llegue al destinatario correcto: Geoge W. Bush, querido amigo, en la Boca hay petróleo, lo sé de muy buena fuente. Eso sí, si querés hacerte con el primero vas a tener que destruir todo a tu alcance. Mi humilde recomendación es que no malgastes tus armas de destrucción masiva en todo el barrio. Usa tu NAPALM y los misiles atómicos para la bola de cemento azul y amarilla (excluyente que esta tarea se realice un domingo a la tardecita) y para el resto de las “viviendas” te va a alcanzar con contratar al lobo del cuento de Los 3 Chanchitos.
NOTA MENTAL: No puedo dejar de imaginarme un pogo ferozmente etílico con mis compañeros de andanzas cantando la canción que acompaña este delicioso y grasiento posteo.
NdeB: Los sucesos y personajes vertidos en este posteo son de ficción. Cualquier coincidencia con la realidad es mera casualidad. Este blog y su autor no tienen absolutamente nada personal contra los empleados de limpieza y bares, a menos que estos sean hinchas de Boca. En ese caso, el autor de este blog les desea una muerte violenta y horrible. Promoción valida en todo el país excepto Córdoba y Mendoza. No sé porque, pero nadie los invita a jugar.